Páginas

Páginas

viernes, 5 de julio de 2013

DESCUBRIRME Y CONOCERME



Se hace necesario saber quien soy, pues mientras no me conozca poco puedo confesar de mí. Y en la medida que mi propio desconocimiento permanezca en mí, la ignorancia de mis pecados convivirán conmigo en una connivencia engañosa que me impedirán crecer y descubrir la necesidad de arrepentimiento de mis pecados.

Luego, si no me siento culpable, de poco o nada tendré que arrepentirme. Me sentiré bien, suficiente, fuerte, capaz de salvarme por mí mismo. Sin darme cuenta, independiente de ser rico o no materialmente, me sentiré como tal sin necesidad ninguna de ser perdonado. 

No necesitaré sentarme a la mesa con Jesús, ni tampoco responder a su llamada. Me basto por mí solo y, por supuesto, rechazo toda invitación a ser perdonado. Verdaderamente nos descubrimos así y estamos muy lejos de acogernos al Perdón y la Misericordia de nuestro Padre Dios.

De ahí la importancia de reflexionar y descubrirnos como personas pecadoras. Pecadoras por nuestra propia esencia natural. Nuestra naturaleza humana está tocada, vencida por el sometimiento de la carne, de los apegos, de los sentimientos y emociones, tanto materiales como espirituales. Necesitamos ser liberados por el Perdón y la Misericordia que Jesús, el Hijo de Dios vivo nos ofrece.

Mateo se sintió así, se dejó interpelar por la llamada de Jesús y le abrió su casa, su corazón de pecador para ser sanado por Él. ¿Estamos nosotros también en la misma predisposición y actitud? Sabemos que lo que le pidamos, Jesús nos lo dará si nos conviene. Y pedir lo que verdaderamente necesitamos es lo que Jesús viene precisamente a dárnoslo:  "El perdón de nuestros pecados".

Padre nuestro que estás en los cielos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.