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sábado, 4 de enero de 2014

¡VOCACIÓN!



¡Despierta Señor mi vocación de seguirte! Sé que me has llamado a seguir tus pasos, pues Tú Encarnación y Nacimiento descubren esa santa Misión. Una Misión de perdón por nuestros pecados y salvación. Dame la luz que recibieron los pastores y los Magos de Oriente, y que mis pasos se dirijan a Belén, el lugar desde donde arrancó tu estancia entre nosotros.

Sí, eso me invita primero a  abajarme, humillarme y despojarme de toda atadura de esclavitud, de pecado, de soberbia, de suficiencia, de envidia, de apegos y comodidades, de egoísmos, pero aunque para mí sería eso imposible, con tu Gracia puedo conseguirlo. Esa precisamente es tu Misión, rescatarnos del pecado y darnos la salvación eterna.

No permitas, Dios mío, que una vez encontrado me separe de Ti. El mundo es muy tentador y el demonio sabe hurgar en mis heridas de debilidad y pecado, pero Tú, Señor, tienes poder para vencerle. Llévame contigo por el camino del amor.

Enciende en mí, Señor, la llama de la sabiduría para que siempre, en Manos del Espíritu Santo, sepa seguirte sin titubeos ni indecisiones.

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