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lunes, 10 de febrero de 2014

NOS VEMOS EN LA EUCARISTÍA



Cada día tienes la oportunidad de tocar al Señor en la Eucaristía. En ese memorial de su pasión, Jesús se ofrece al Padre para la redención de nuestros pecados, y tú, como también yo, podemos adherirnos en Él y por su mérito Infinito a la Misericordia del Padre. En cierto sentido, y desde ahí, podemos decir que Jesús se ha dejado tocar su glorioso Cuerpo y Sangre para que lo comamos y nos alimentemos.

Y se produce el milagro de nuestra salvación: Por su mérito hemos sido salvados y redimidos para gozar de la plenitud de la vida eterna. ¿Nos parece poco ese milagro? Estamos vivos para siempre y nuestra muerte física es sólo un paso y transformación a una vida gloriosa y gozosa junto a nuestro Padre Dios.

Pues bien, esa oportunidad la tenemos todos los días, tal y como nos suele decir nuestra querida amiga bloguera Cristina Llano cuando se despide con la esperanza de seguir viéndonos en la Eucaristía. Allí tenemos al Señor esperándonos con los brazos abierto. Somos unos privilegiados con los contemporáneos de su tiempo, pues ellos lo tenían que buscar para poder tocarlo. A nosotros nos espera en el Sagrario, en cualquier templo, para darnos un fuerte abrazo.

No perdamos esa maravillosa oportunidad de, no sólo visitarle, sino de recibirle en la Eucaristía cada día o, al menos, cada domingo.

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