Páginas

Páginas

lunes, 9 de junio de 2014

QUIERO SER, SEÑOR, BIENAVENTURADO



Quiero Señor ser bienaventurado tal como Tú quieres que sea, porque sólo así podré alcanzar la promesa que Tú nos hace de alcanzar gran recompensa en el Cielo que nos tienes prometido. Quiero ser pobre de espíritu, manso, llorar con los afligidos y perseguidos por causa de tener sed de justicia; misericordioso y limpio de corazón.

Quiero vivir en el esfuerzo de trabajar por la paz y padecer insultos, injurias, e insultos con mentiras por defenderte Señor y proclamar tu Evangelio de salvación. Quiero, y Tú lo sabes Señor, pero te defraudo a cada instante de mi vida y no doy la talla que Tú quieres de mí. ¡Qué poca cosa soy Señor!

Si me mirara detenidamente me daría vergüenza de mi mismo, porque conociéndote como te conozco, soy más culpable y más responsable que aquellos que saben mucho menos de Ti. Me cuesta mucho seguirte por el sentimiento de fracaso y de impotencia que experimento, y no abandono porque tu Misericordia me mantiene vivo. Eso te hace el Padre más grande conocido, porque a pesar de mi pobreza me llamas bienaventurado y sólo me pides que lo reconozca.

Gracias Padre mío, porque sólo con un Padre así se puede seguir adelante; sólo con un Padre así se puede encontrar fuerzas y esperanzas para continuar el camino; sólo con un Padre así se puede encontrar sentido y luz para ver el camino y avanzar confiado en tu Amor. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.