El problema continúa, Señor. Sigue habiendo multitudes de personas hambrientas, pero también con frío, sin techo donde cobijarse; perseguidas porque te confiesan como su Dios y necesitadas de ayuda. Y se nos escapa de nuestras manos el poder darle panes y peces porque no sabemos cómo hacerlo.
También, lo confesamos, porque nuestras debilidades y comodidades nos alejan de esa realidad. Cuando no sufrimos no somos sensibles a esas miserias que pasan nuestros hermanos. Conocemos lo que sufren y padecen nuestros hermanos de Irak, y se hacen colectas y proyectos para ayudarles, pero creemos que eso es poco, o al menos no soluciona el problema.
La irresponsabilidad, el odio, la venganza, el rechazo a tu Palabra y el querer quitarte del medio provocan que vayan contra nosotros y corramos la misma suerte. Pero, a pesar de todo, recordamos tus palabras de consuelo y tu promesa de ser dichosos al padecer por Ti. Es eso lo que les mantiene y nos mantiene en pie de guerra, en paciente perseverancia y en seguir tus pasos.
No importa la amenaza de muerte, y aunque el sufrimiento nos martiriza, buscamos fuerza y alivio en Ti, Señor. Danos la capacidad para superar el sufrimiento, los miedos, el hambre y las incomodidades que nos martirizan y nos hacen padecer. Danos la luz de soportar lo que desde nuestra humanidad no podemos soportar.
Y sostennos en tu Paciencia, Señor, para, apoyados en ti, ser capaces de comprometernos en compartir, aliviar en la medida que podamos, y sufrir con nuestros hermanos. Amén.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar