Mis sentimientos quizás me hablen de un Mesías guerrero; mis sentimientos esperan un Mesías poderoso que imponga la ley de Israel y excluya a los pueblos que la rechacen. Quizás mi humanidad pecadora desee venganza y justicia humana, pero Tú, Señor, vas por otro camino. Tu Reino es un Reino de Amor.
Un Reino de Justicia Divina y un Reino de Paz. Tú, Señor, proclamas el perdón de los pecados, y la Misericordia de Dios. Una Misericordia que está por encima de la justicia humana y que gracias a tu amor y por tu amor somos perdonados.
Porque sin tu Misericordia, Señor, no seremos salvados. Somos pecadores y condenados justamente por nuestros pecados. Sólo por tu Misericordia seremos salvados. Te pedimos, Señor, la Gracia de aceptar humildemente tu perdón y Misericordia. Danos la luz de descubrirla y de acogerla, confiados y esperanzados en tu Amor, para seguir tus pasos a pesar de nuestros pecados y miserias.
Santo Espíritu de Dios, danos perseverancia y paciencia para no desfallecer y permanecer fieles en el Señor, el Hijo de Dios verdadero. Amén.
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