Páginas

Páginas

sábado, 17 de septiembre de 2016

PRIMERO MORIR, PARA LUEGO VIVIR



La vida necesita ser sembrada para nacer, y lo sembrado necesita, primero morir, para luego dar vida. Igual nos ocurre a nosotros, necesitamos morir, para luego dar vida. Pero morir no es fácil, ni un instante. Morir es un proceso que exige tiempo, paciencia, fe y aceptación, y mucho amor. 

María, la Virgen, Madre de Dios y también Madre nuestra, nos sirve de ejemplo. Su vida fue un camino de muerte a sí mismo, renunciando a todo para hacer la Voluntad de Dios hasta llegar al pie de la Cruz. Seguir a María es seguir a Jesús, su Hijo, porque ella nos lleva irremediablemente a Él. En ella aprendemos a ser semilla que se deja morir, por la acción del Espíritu Santo, para dar frutos para Gloria de Dios.

Danos, Señor, la paciencia y perseverancia de tu Madre, María, nuestra Madre, para ser semilla como ella y perseverar también como ella en buena tierra y, hundiendo nuestras raíces en ella, dar los frutos que, Tú, Señor, por la acción del Espíritu Santo, esperas de nosotros.

Infunde en nuestros corazones la fortaleza y voluntad necesaria para resistir y rechazar las tentaciones de la mala tierra de este mundo, que pretende ahogar nuestra esperanza y nuestra fe. Riega, Señor, nuestra vida con esa agua que ofreciste a la samaritana, que salta hasta la Vida Eterna, para que nuestro vivir sea un morir a esta vida para, dando frutos, vivir para la Eternidad. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.