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lunes, 29 de mayo de 2017

EL CAMINO NOS TIENTA Y NOS EXIGE

«¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».

Pongamos mucha atención y leamos despacio reflexionando sobre lo que nos dice el Señor. Nos dice como sorprendido, preguntándonos: ¿Ahora creéis? Y nos advierte que llega la hora que nos dispersaremos y que cada uno tirará por su lado y le dejaremos solo. ¿Está ocurriendo esto hoy? Nuestras iglesias están medias vacías y  en relación a la población mundial son pocos los que están y, al menos, practican.

Y, el Señor, nos advierte para que no nos sorprenda esta realidad, y no perdamos la paz. Paz en Él. El mundo nos hará sufrir, flaquear, presentarnos la idea de la duda, y debilitarnos, pero en el Señor nos mantendremos siempre firmes y seguros. Él ha vencido al mundo y nosotros en Él lo venceremos también. Esa es la Buena Noticia de salvación que nos llena de paz y alegría.

Y eso es lo que hoy, Señor, te pedimos. Unidos a todos nuestros hermanos en la fe, que visitan este humilde blog, y unidos a todos los blogueros católicos y no católicos que experimenten el deseo de salvación, que este mundo no nos da, te pedimos, Señor, que nos des la fe a los que no la tienen,  y nos la aumente a todos los que la tenemos debilidata por el pecado y las tentaciones de este mundo. 

Te pedimos que nos mantengamos unidos en la Iglesia y, junto a tu Madre, Madre de salvación y corredentora en su Hijo Jesús, seamos capaces de anunciar la Buena Noticia de salvación desde la Palabra y el testimonio con nuestras humildes vidas. Amén.

1 comentario:

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.