Páginas

Páginas

martes, 23 de enero de 2018

¿HIJOS DE LA SANGRE O DEL AMOR?

Nacemos en una familia, pero, ¿nos hemos preguntado que ocurre con tanta gente abandonada e indigente? ¿Dónde están sus familias? Cada vez que veo a un anciano abandonado o a algún indigente buscando comida en la basura o durmiendo en la calle, pienso que un día esas personas nacieron en el calor de una familia y de unos padres. ¿Qué ha ocurrido para que ahora estén abandonados o solos por las calles y mal viviendo?

Es la pregunta de todos los días, ¿qué puedo hacer para aliviar la vida de esa gente, al parecer, sin familia? No cabe duda que no pensamos que la culpa la tendrán sus familiares. Es posible que algunos sí, pero indudablemente, otros no. Mucha culpa la tienen la mayoría de ellos, que se han apartado, no han hecho caso y han querido vivir como les parece y a su manera. Las consecuencias son las que todos conocemos, un camino de perdición y de esclavitud.

¿La culpa? La desobediencia; los malos ejemplos y consejos; las malas compañías; la irresponsabilidad; la desunión; la soberbia; la ambición y muchas más circunstancias. Pero, la más importante y la que al final causa todo es la falta de amor. Sin amor no vamos a ninguna parte y no somos capaces de vencer esa naturaleza humana pecadora que nos amenaza y nos destruye. Necesitamos amar, porque amar es perdonar, es soportar, es comprender, es dar nuevas oportunidades, es ayudar, es llenarnos de paciencia, es confiar, es volver a perdonar y esperar.

Amar es lo que hace nuestro Padre Dios con cada uno de nosotros, hasta el punto de enviarnos a su Hijo amado y predilecto, para que pague por cada uno de nosotros. ¿Cómo no nos vamos a amar nosotros igual? Claro, seguro y definitivamente que por nuestra cuenta no. Somos débiles y pecadores y solos no vamos a ninguna parte. Estamos vencidos de antemano por el Maligno. Necesitamos la Gracia de Dios y la asistencia en cada momento del Espíritu Santo para, en Él, vencer al Maligno.

Y eso te pedimos, Señor, danos la Gracia y la fortaleza de saber sostenernos y, pacientemente, esperar y confiar en tu Palabra. Gracias, Señor, porque sabemos de tu Amor y Misericordia, y confiamos y queremos ser tus hermanos cumpliendo la Voluntad de tu Padre. Esa es nuestra petición y nuestra esperanza. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.