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jueves, 15 de febrero de 2018

SUFRIMIENTO, MUERTE Y RESURRECCIÓN

Resultado de imagen de Lc 9,22-25
Da miedo, claro que sí, pronunciar esas palabras, y da miedo porque el sufrimiento asusta y la amenaza de la muerte más. No hemos sido creados para sufrir, Eso está también claro, pero llegar al éxtasis del gozo y de la felicidad requiere primero pasar por una etapa de sufrimiento y abnegación. ¿Qué cómo se puede soportar eso? No lo sé y a mí también me asusta, pero pienso que huir y mirar para otro lado no arregla ni soluciona nada. De todas formas, la muerte sabemos con certeza que llegará.

El sufrimiento no podrás evitarlo. Sabes que, tarde o temprano, llegará y lo tendrás que aceptar y padecer. Es posible que no te afecte a ti corporalmente, pero te afectará por el padecimiento de otros, quizás familiares cercanos, o incluso hijos, cónyuges, padres...etc. O por tragedias, resultados económicos o situaciones difíciles y trágicas. No tienen que convencernos porque lo experimentamos a cada momento a nuestro derredor o por noticias en los medios. Sabemos por experiencia que eso es así.

Luego, ¿qué pensamos, qué hacemos y a dónde vamos? ¿Pasamos la vida sin interpelarnos ni preguntarnos nada esperando que lleguen los malos tiempos? ¿O tratamos de poner remedio a lo que sabemos que llegará? ¿Pensamos que hemos sido creados para morir y esperamos la muerte resignados? ¿O nuestro corazón nos dice que hemos sido creados para vivir? ¿Qué decides? Y te lo pregunto a ti, porque yo he decidido seguir viviendo.

Creo en Jesús, el Hijo de Dios Vivo, y creo en su Palabra. Él sufrió, murió y también Resucitó, y me ha prometido que yo siguiéndole y padeciendo como Él también resucitaré. No se trata de sufrir por sufrir, sino porque a otros les molesta la verdad, la justicia y el amor de Dios a todos los hombres y tratan de quitarnos del medio como hicieron con Él. Se trata de perseverar, ser fiel a su Palabra, creer y entregar tu vida si hace falta. 

Se trata de ir muriendo cada día en la entrega por servir e ir dándose por construir un mundo mejor en justicia, verdad y paz. Eso te pedimos Señor, fuerza, sabiduría, valor y entrega para no desfallecer ni acobardarnos, sino fortalecidos en tu Espíritu cargar con la cruz que nos ha sido encomendada. Amén.

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