Páginas

Páginas

viernes, 9 de marzo de 2018

ESTABA YA EN LA LEY

Imagen relacionada
Aquel maestro de la Ley conocía el mandamiento primero, pues está escrito en el Deuteronomio 6, 5 y también el amor al prójimo que lo contiene el Levítico 19, 18. Un maestro de la Ley no podía ignorar estos preceptos. Por lo tanto, su pregunta trae segundas intenciones a modo de probatura respecto a Jesús. Es de suponer que están más cerca del cumplimiento que del espíritu de la Ley.

Jesús responde como se esperaba que respondiera, detallando todo lo que en la Ley y los profetas está contenido. No hay mandamiento más grande ni anterior a este. Es el primero, y el segundo se iguala con él, porque su cumplimiento verifica al primero. No se puede querer a Dios si no se quiere al prójimo. Y eso nos compromete mucho, hasta el punto que debemos estar preocupados por el sufrimiento de los demás. 

No podemos permanecer indiferente ante los problemas que sufren otros. Bien es verdad que muchos se los buscan con sus actuaciones e irresponsabilidades, pero, también es verdad que Dios nos perdona nuestras irresponsabilidades y nuestro mal proceder. Igual nosotros debemos actuar, al margen de que el prójimo se lo merezca o no. Porque, nosotros tampoco nos merecemos el amor y la misericordia de Dios.

Desde este pequeño y humilde rincón, Señor, te pedimos nos fortalezca nuestra voluntad y nos de empeño y fuerza para poder, no sólo cumplir, sino también actuar en favor de los más necesitados. Y no desesperar por nuestra impotencia. Tú nos conoces mejor que nosotros mismos, y sabes que muchas veces no actuamos porque no sabemos ni cómo ni qué hacer. 

Es verdad también, y lo confesamos, que otras veces eludimos nuestra responsabilidad por comodidad, por falta de compromiso, por no complicarnos ni molestarnos...etc. Por eso te pedimos que nos des fortaleza, voluntad y decisión para vencernos y darnos en disponibilidad y entrega a aliviar el sufrimiento de los demás, sobre todo de los más pobres y necesitados. Te lo pido, Señor, unidos a todos los que visiten y lean esta reflexión, respondiendo, "te lo pedimos, Señor". Amén.

1 comentario:

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.