Páginas

Páginas

domingo, 6 de mayo de 2018

SABERNOS AMADO DA ALEGRÍA Y PAZ

Imagen relacionada
Nuestra esperanza es conocer que somos amados por Jesús. Lo sabemos porque el mismo nos lo ha dicho: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado».

Y ese conocimiento nos da alegría y paz. Él ha sido quien ha dado el primer paso y nos busca, y nosotros sólo debemos corresponderle. Experimentamos que no es fácil y que nos cuesta mucho, porque amar como nos ama Jesús significa renunciar a nuestro egoísmo y a nosotros mismos. Nuestra naturaleza pecadora está herida y tocada por el pecado y necesitamos la Gracia del Señor para poder vencer las tentaciones que nos esclavizan y nos impiden amar.

Por eso, cuando experimentamos como nos ama el Señor comprendemos verdaderamente lo que significa amar y podemos atrevernos a amar de esa manera. Entonces, nos damos cuenta que necesitamos el auxilio del Espíritu Santo para que, fortalecidos por sus dones, poder darnos íntegramente en un amor gratuito y generoso renunciando a nosotros. 

Por regla general todos hemos experimentado el amor de nuestros padres o de alguna otra persona, familia o amigo,  y como ese amor genera en nosotros un deseo de corresponderles. Pues bien, conocer el amor del Señor será muy importante para que nosotros experimentemos y deseemos corresponderle. Te pedimos, Señor, que nos des esa sabiduría de comprender como Tú nos ama y que eso genere en nosotros la capacidad y la fortaleza para corresponderte como Tú quieres que lo hagamos.

Danos esa capacidad de permanecer en Ti y amarte en nuestros hermanos, cumpliendo así tu mandato de amarnos unos a otros tal y como Tú nos has mandado. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.