Páginas

Páginas

domingo, 17 de marzo de 2019

DAME, SEÑOR, LA LUZ PARA VERTE TRANSFIGURADO

Resultado de imagen de Lc 9,28-36
Quisiera, Señor, contemplarte en tu Gloria y gozar de tu presencia dentro y hasta lo más profundo de mi pobre y humilde corazón. Quisiera, Señor, sentir esa inmensa Gloria de experimentarte transfigurado y en tu Gloria dentro de mí. No me resisto, a pesar de parecerme osado y atrevido, a desear y suplicarte que me permitas experimentar tu presencia y el gozo de sentir tu Gloria.

Y, sé, Señor, que en cada Eucaristía tengo esa oportunidad de tocarte y contemplarte, pero todo es  don y Gracia tuya. Por eso, te pido que me des esa gracia de descubrirte y de gozar de tu presencia y de sentirte en lo más profundo de mi corazón. Gracias, Señor, por darme cuenta de mis debilidades y mis carencias, y de saber que todo me viene de Ti. Gracias, Señor, por saberme salvado por tu Muerte y Resurrección y de conocer por las escrituras tu Transfiguración.

Dame, Señor, la capacidad y la fortaleza de saber seguir tus pasos y de entregarme en el esfuerzo de estar en íntima relación contigo a través de la oración. El mundo me tienta en cada momento y experimento que mis fuerzas ceden al instante. Necesito estar próximo a Ti y rodeado de circunstancias propicias que refuercen mi voluntad y me ayuden a no dejarme guiar por seducciones malignas que me llevan a la perdición.

Gracias, Señor por l parroquia y por todos los hermanos en la fe que, juntos, nos fortalecemos al compartir nuestra fe. Gracias, Señor, porque Tú te haces presentes entre nosotros y nos das ánimo y luz para continuar en ese camino. Gracias, Señor, porque nos acompañas en nuestra particular subida a nuestro particular Jerusalén donde, junto a Ti y por tu Gracia, compartiremos nuestra muerte con la tuya. Gracias Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.