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jueves, 18 de abril de 2019

LAUDES DEL JUEVES SANTO

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                                    (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
                                           V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
                                           R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
                                    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
                                     Como era en el principio, ahora y siempre                                                                           por los siglos de los siglos. Amén.
 H I M N O

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza! 

Jamás el bosque dio mejor tributo

en hoja, en flor y en fruto.

¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza

con un peso tan dulce en su corteza!


Cantemos la nobleza de esta guerra,

el triunfo de la sangre y del madero;

y un Redentor, que en trance de Cordero,

sacrificado en cruz, salvó la tierra.


Dolido mi Señor por el fracaso 

de Adán, que mordió muerte en la manzana,

otro árbol señaló, de flor humana,

que reparase el daño paso a paso.


Y así dijo el Señor: "¡Vuelva la Vida,

y que el Amor redima la condena!"

La gracia está en el fondo de la pena,

y la salud naciendo de la herida.


¡Oh plenitud del tiempo consumado!

Del seno de Dios Padre en que vivía,

ved la Palabra entrando por María

en el misterio mismo del pecado.


¿Quién vio en más estrechez gloria más plena,

y a Dios como el menor de los humanos?

Llorando en el pesebre, pies y manos

le faja una doncella nazarena.


En plenitud de vida y de sendero,

dio el paso hacia la muerte porque él quiso.

Mirad de par en par el paraíso

abierto por la fuerza de un Cordero.


Vinagre y sed la boca, apenas gime;

y, al golpe de los clavos y la lanza,

un mar de sangre fluye, inunda, avanza

por tierra, mar y cielo, y los redime.


Ablándate, madero, tronco abrupto

de duro corazón y fibra inerte;

doblégate a este peso y esta muerte

que cuelga de tus ramas como un fruto.


Tú, solo entre los árboles, crecido

para tender a Cristo en tu regazo;

tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo

de Dios con los verdugos del Ungido.


Al Dios de los designios de la historia,

que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;

al que en la cruz devuelve la esperanza

de toda salvación, honor y gloria. Amén.

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