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lunes, 22 de julio de 2019

EL DOLOR NOS IMPIDE VER LA LUZ


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Sucede que el dolor de la muerte nos impide ver la luz y permanecemos ciegos y a oscuras. Todo se nubla y nuestro corazón se encoge y queda sumido en el llanto y el dolor. Nos quedamos sin capacidad de reacción y todo se vuelve desesperanza y dolor. Todos tenemos experiencia de esos momentos de sufrimientos y de dolores y que el tiempo nos ayuda a superarlos y a asumirlos.

Sin embargo, no es el caso de nuestro Señor, porque, Jesús ha muerto para demostrarnos que su Padre, para su Gloria, lo va a Resucitar. Su fe y confianza en su Padre es admirable y sólo con una prueba de esa magnitud podemos creerle y darnos cuenta. Y es esa fe la que nos pide a nosotros.

En ese momento glorioso la muerte ha sido vencida y Jesús, por amor y abrazando su Cruz por cada uno de nosotros ha triunfado sobre la muerte. Por lo tanto, la otra forma de mirar la muerte es como la prueba de que Jesús, el Señor, la ha vencido y con ello nos ha salvado también a nosotros de ella. No temamos a la muerte porque es el paso hacia la verdadera Vida. Y Vida Eterna.

Hoy, Señor, te pedimos que nos des esa fortaleza y capacidad para ver el triunfo de la vida sobre la muerte y la gracia para darnos cuenta de esa realidad. Sí, tenemos que sufrir, pero simplemente como una prueba y un paso de nuestra fe para llegar a la Resurrección como el Señor. Una Resurrección que el Señor nos promete si creemos en Él. Esa es nuestra prueba, fiarnos del Señor y creer en Él para Resucitar, por su Misericordia, tal y como nos ha prometido.

Te damos las gracias, Señor, por todo lo recibido y te pedimos que nos des la sabiduría de saber discernir y elegir siempre el camino que Tú nos indica y que realmente nos conviene. Un camino que, aunque con espinas y dificultades, nos ayuda a verificar nuestra fe y a perseverar a pesar de esos obstáculos y adversidades, que las asumimos como necesaria para darnos cuenta de nuestras miserias, de nuestra pequeñez y de nuestros pecados. Son las cruces que nos ayuda a descubrirnos como creyentes y a confirmar que realmente, Señor, queremos seguirte. Aumenta nuestra fe, Señor. Amén.

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