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sábado, 21 de septiembre de 2019

NO BASTA CON LA PIEDAD NI CON LAS TRADICIONES

Resultado de imagen de Mt 9,9-13
Puedes ser muy piadoso y avenido a las tradiciones, pero, eso no es suficiente para demostrar tu fe y vivir en el amor. Son tus obras las que descubren tu vida y transparentan tu fe. De modo que, una fe sin obras queda desvelada como apariencia y falsa. El nexo que te relaciona con los demás y descubre tu relación con Xto. Jesús es la Misericordia. Si en tus relaciones con los demás no hace presencia esa misericordia transmitida y regalada desde la acción del Espíritu Santo, estás perdiendo el tiempo con tus actos de piedad. Más te vale emplear el tiempo en otra cosa.

La consecuencia de la fe es la misericordia. Dios te ama y te salva porque es Infinitamente Misericordioso, y quiere que tú también lo seas. Una fe que se descubre verdadera tiene que estar escondida en la misericordia, y si no es así, mi fe es inmadura, infantil y está estancada en la primera comunión. 

Esta humilde reflexión quiero aprovecharla, Señor, para reconocerme, como Mateo, pecador y para pedirte que nos liberes del pecado por tu Infinita Misericordia. Te damos gracias, Señor, porque sabemos, ya que Tú nos lo has dicho, que has venido a liberarnos del pecado y, por tanto, a salvarnos de la esclavitud y la condenación de este mundo. Pero, ¿dónde están los pecadores? 

Queremos señalarnos, Señor, como pecadores y te pedimos y esperamos que Tú nos perdones nuestros pecados y restablezca nuestra dignidad de hijos de Dios que habíamos perdido por el pecado. Gracias, Dios mío, por tanta dicha y esperanza de, primero, reconocernos enfermos y, por tanto, pecadores. Y, segundo, experimentar la esperanza de que por tu Infinita Misericordia seremos salvados.

No nos cansaremos de darte las gracias, ni tampoco, de pedirte, cada día, tu salvación y misericordia. Porque, Señor, cada día es una batalla de esa guerra que es nuestra vida y que nos lleva a Ti. Y, Tú, Señor, eres nuestra esperanza y nuestra salvación. Mañana, Señor, volveré a pedirte tu Misericordia y a darte las gracias, porque sé que estarás ahí y que nunca me fallas. Espero, Señor, con tu Gracia, tampoco yo estar ausente y fallarte. Amén.

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