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viernes, 27 de septiembre de 2019

¿QUÉ SE PIENSA DE JESÚS?

Resultado de imagen de Lc 9,18-22
HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 


Es bueno detenerse y observar que se piensa de Jesús a tu derredor. ¿Qué dicen los que están a tu lado y con los que te relaciones cada día sobre la Persona de Jesús? La respuesta no es muy alentadora, pues igual que les pasó a los apóstoles también nos ocurre hoy a nosotros. Unos ni se pronuncian o, quizás no le conocen, y ni siquiera han oído hablar nada o mucho de Él; a otros no les convence y lo toman como cuento o leyenda; otros les simpatizan y creen, pero se lo fabrican a su estilo y manera. Y otros se acercan, le oyen, tratan de escucharle y vivir su Palabra y van creyendo en Él.

La cuestión es encontrar tu ubicación y descubrir en que situación de las descritas anteriormente te encuentras. O quizás otras que no hayamos dicho. De cualquier manera te invitamos a dar una respuesta sincera sobre lo que tú piensas de Jesús. Yo también doy la mía y puedo decir que está sumergida en estas reflexiones de cada día en las que trato de esforzarme en seguir a Jesús y vivir en su Palabra.

Para mí, coincidiendo con Pedro, es el Mesías, el Hijo de Dios Vivo, el Cristo de Dios, tal y como dice Pedro. Sin embargo, tengo que confesar que me siento inquieto y preocupado, porque no sé si esa fe que comparto es una fe madura o está todavía en proceso. O, quizás, se ha quedado infantilizada y acomodada y ha dejado de crecer. Por eso, Señor, no quiero quedarme parado en mi fe. Quiero seguir avanzando y llegar al compromiso de dar todo lo que, de tu Manos generosa he recibido, hasta el extremo de entregar mi vida por se coherente con mi fe en tu Persona, el Hijo de Dios.

Porque, Tú lo has dado todo hasta el extremo de entregar tu Vida por la mía. Y lo has hecho sin condiciones y sin pedirme nada a cambio. Sin embargo,  sabías y sabes que con eso me has salvado y me has dado la felicidad. Yo, Señor, quiero corresponderte en esa medida, aunque sé que nunca podré alcanzar tu Gracia y tus regalos ni merecer nada, pero quiero ponerme en tus Manos y seguir tu camino hasta el extremo también de entregar mi vida. Dame, Señor, la luz para entenderlo y la fortaleza para llevarlo a cabo siguiendo y viviendo en tus mandatos. Amén-

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