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viernes, 15 de noviembre de 2019

CADA DÍA UNA NUEVA UNA BATALLA

Resultado de imagen de Lc 17,26-37
HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 


Las guerras se gana cuando ganas la batalla que corresponde a cada día, porque, la suma de batallas ganadas te dará como resultado ganar la guerra. Eso significa que cada batalla es una lucha cuyo objetivo es ganarla o resistir a ella sin desfallecer. Y eso tiene su coste y su exigencia que nos obliga a estar atentos, vigilantes y prestos para la lucha y para conseguir la victoria.

El Reino de Dios es el objetivo a conseguir y a alcanzar y, cada día, representa una nueva oportunidad por acercarnos más a la victoria. Una victoria que se consuma en vivir en Xto. Jesús, porque, Él es el Reino de de Dios. Un Reino que está dentro de mí y que en y con Él tengo que librar la batalla de cada día en este mundo donde vivo y por donde camino.

Un mundo que me amenaza y trata de seducirme para que le abandone y no siga sus enseñanzas y sus mandatos. Un mundo que quiere, a toda costa, apartarme de Jesús y de su camino. Un camino que Él señala y marca, porque, Él es el único y verdadero Camino, Verdad y Vida. Por tanto, corremos un gran peligro, porque, en la medida que me deje seducir por las falsas ofertas y espejismos de este mundo, alejándome del Señor, estaré perdiendo la batalla de cada día y con ella, la guerra final.

Señor, te pido que me llenes de tu fortaleza y de tu poder para, siendo fuerte, vencer todas las tempestades que nacen en mi corazón y amenazan con derrumbarme y alejarme de Ti. Me parecen, cuando las miro, con serenidad y reflexivamente, pequeñas piedras, pero lo suficientemente grandes para alterar mi pobre y pequeño corazón y, por tanto, alejarlo de Ti. 

Dame, Señor, la Gracia de nunca separarme de tu presencia y de luchar con todas mis fuerzas para sostenerme siempre a tu lado en actitud de espera, de vigilancia, de aceptación y de estar permanentemente abierto a tu venida. Amén.

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