Páginas

Páginas

sábado, 16 de noviembre de 2019

NECESITO ORAR, SEÑOR

Resultado de imagen de Lc 18,1-8
Dame, Señor, la sabiduría para saber y entender la necesidad de la oración. Necesito orar a pesar de que los resultados no se vean, o quizás sean contrarios a lo que yo pido y deseo. Y es que, Señor, confieso y me doy cuenta que no sé pedir. Quizás pida lo que no necesito o lo que, a la larga, no me conviene, pero lo ignoro y es eso lo que necesito saber y darme cuenta. Y no es nada fácil, por eso, Señor, te pido sabiduría y paciencia para, poniendo toda mi confianza en Ti, tener fortaleza y perseverancia en no dejar de orar e insistir sin desmayo.

Necesito, Señor, orar para vaciar todos mis problemas e interrogantes en Alguien en quien pueda confiar. Y ese, Señor, eres Tú. Es posible que yo no te escuche ni te preste la debida atención. Es posible que yo no te entienda ni sepa que Tú me escuchas y estás siempre presente. Y es también posible que dude de tu Palabra, pero, yo, Señor, quiero fiarme de Ti porque Tú tienes Palabra de Vida Eterna.

Por todo ello, a pesar de mis dudas, quiero seguir insistiendo aunque todo se suceda contrario a lo que deseo y te pida. Creo en tu Bondad y tu Infinita Misericordia. Me lo has demostrado con tu Pasión y Muerte, entregando tu Vida de forma voluntaria y libre para rescatarme y librarme de mis pecados y restituirme la dignidad de hijo de tu Padre Dios. 

Dejo todo en tus Manos y a tu Voluntad, Señor, porque, sólo Tú es el que sabe y el que busca mi bien ante que yo mismo, que, sometido al pecado, busco ignorantemente mi propia perdición y muerte. Tú sólo, Señor, puedes salvarme y a Ti me confío y abandono. Por mi parte y siguiendo tu advertencia y contando con tu Gracia, seguiré insistiendo hasta que Tú decidas, Señor, el momento de mi hora. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.