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jueves, 21 de noviembre de 2019

DANOS, SEÑOR, LA PAZ

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Nos empeñamos en buscar la paz donde no está. Porque, la paz no se encuentra en el poder, ni tampoco en las riquezas. Tampoco la encontraremos en el éxito ni en la fama. Sin lugar a dudas, la paz no está en este mundo que trata de seducirnos y engañarnos. De ello tenemos innumerables ejemplos delante de nuestros ojos que buscando la felicidad en las cosas de este mundo no encuentran la paz. 

Porque, la felicidad es una consecuencia de la paz. Tú y yo somos felices cuando experimentamos la paz dentro de nosotros mismos, en el centro de nuestros corazones. Entenderás que nadie puede ser feliz si no experimenta la paz en su corazón. 

Por tanto, Señor, te pido que llenes mi corazón del gozo de la paz. Esa paz con la que Tú me saludas cada día y me das desde el Amor. Ese amor que yo debo poner en mi corazón como primera prioridad y fuente de mi paz y felicidad, para, luego, darme, por tu Gracia, a los demás en correspondencia a tu Infinito Amor.

Te doy gracias de antemano porque sé y confío, Señor, que me escuchas y me das esa paz que ansío y te pido. Eso sí, no sé cuándo ni cómo, pero si sé que llegará, porque tu Palabra siempre se cumple. Ahora, consciente de mis flaquezas y debilidades, también te pido, Señor, que me sostengas y me llenes de tu fortaleza, para resistir todas las pruebas que tu permitas en mí y me ayudes a perseverar firmemente en tu presencia. Amén.

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