Thomas Mertón |
Oh Dios, mi Dios, ¿por qué estoy tan mudo?
Desearía gritarte y gritarte una y otra vez,
pero Tú eres el innombrable e infinito.
Todos los nombres que te damos
no son tu nombre, Trinidad infinita.
Pero tu Palabra es Jesús,
y yo grito el nombre de tu Hijo;
y vivo en el amor de su corazón,
y creo que, si, Él lo quiere,
daré respuesta a mi única oración:
¡que pueda renunciar a todo
y pertenecer por entero al Señor!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.