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miércoles, 30 de septiembre de 2020

DANOS, SEÑOR, LA GRACIA DEL COMPROMISO COHERENTE


 Nuestra fragilidad y debilidad es tan grande que escapar de las garras del demonio nos resultará muy difícil y, prescindiendo de la asistencia del Espíritu Santo, imposible para nosotros. Tomar conciencia de lo que nos jugamos es de vital importancia y trascendencia. La vida, nuestra vida, es la gran oportunidad que tenemos para ganar el gran tesoro de la Vida Eterna. Esa es la cuestión y la enorme responsabilidad  que tenemos, darnos cuenta y descubrir el gran regalo de la vida y el valor que tiene de utilizarla según los Mandatos y Voluntad de Dios.

Vivimos de una manera indiferente, relajada, cómoda, pensando que con unos mediocres cumplimientos y prácticas religiosas todo está cumplido. Últimamente me asusta esa vida plana que llevo, o, al menos me la planteo. La Misericordia del Señor no significa que no me haga justicia, y todo lo que no haga aquí según mis valores, cualidades y talentos, debo purgarlo en el Purgatorio como mal menor. Y les garantizo que no se pasa bien en el purgatorio - Ana Catalina Emmerick -. Se hace bastante duro y largo. Sin embargo, mantenemos siempre la esperanza de, purificados, subir al Cielo. Por lo tanto, firmo ir al Purgatorio.

Pero, eso no me exime de exigirme ahora todo lo que puedo en cumplir y hacer la Voluntad de Dios. Parábolas como la de los talentos, el hijo prodigo y otras me señalan claramente el camino y la disponibilidad a seguir. Sin embargo, no me asusto ni tengo miedo. No debo ni puedo tenerlo. Nuestro Padre Dios no nos manda nada imposible ni tampoco grandes gestas. Si así lo dispusiera nos prepararía y nos daría lo necesario para cumplirlo. Tú, y, seguro yo, limitémonos a cumplir su Voluntad desde lo cotidiano de cada día, abiertos a salir de nosotros mismos y a darnos para servicio a los demás. Date cuenta que cada servicio por amor y por el Señor a los demás son verdaderas y auténticas oraciones que cumplen precisamente eso, la Voluntad de Dios. Así que ánimo y adelante.

Y eso es lo que todos queremos y te pedimos, Señor.  Danos esa fortaleza de espíritu para, no solo seguirte de forma rutinaria, relajada y cómoda, sino comprometida con nuestro vivir de cada día e imitando tus mismas actitudes y estilo. Claro, no contando con nuestras solas fuerzas, sino auxiliados y fortalecidos por tu Gracia. Amén.

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