Páginas

Páginas

viernes, 21 de mayo de 2021

TU AMOR EMPIEZA POR LOS MÁS PRÓXIMOS

 

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 

Jesús dejó todo muy claro. Nuestro primer mandamiento es el Amor a nuestro Padre Dios. No hay ninguna duda. Sin el amor de Dios, ¿a dónde vamos? Todo nos viene de Él: Nos ama primero y su Amor nos activa para que también nosotros podamos amar. Así que, sin el Amor de Dios nada podemos.

Aclarado esto, tu amor y el mío son verdaderos y auténticos, no porque tratemos de amar a Dios, que siempre será imperfecto e inacabado; lleno de dudas y pecados, sino por nuestra última intención, querer amarle y dejarnos amar por Él. Su Amor irá, en esa medida que le abramos nuestros corazones, transformándonos el nuestro. Eso nos puede ayudar a nos desanimarnos y perseverar. Todo está en sus Manos.

Nuestro amor será verdadero y auténtico en la medida que se refleje en tu relación con los demás. Porque, si en esas relaciones de cada día no trasluce nuestro amor, visibilizado en obras y no buenas razones, nuestro amor, a pesar de manifestarse en palabras, será falso y aparente, pero nada más. Será un amor apoyado en la mentira y que deja mucho que desear.

Porque, amar es pastorear. Quien ama pastorea. Jesús lo deja bien claro en el Evangelio de hoy - Jn 21,15-19-: Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos y comiendo con ellos, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?». Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le...

Danos, Señor, ese amor que viene de Ti y que nos fortalece para amar como Tú nos amas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.