Señor, me impresiona la paciencia que tienes conmigo y con todos tus hijos.
Cuando te acercas y yo me alejo, Tú esperas y alientas mi regreso.
Cuando me hablas y no te contesto, Tú esperas y sigues ofreciéndome tu palabra.
Cuando no me atrevo a elegir y a renunciar, Tú esperas y sigues dándome luz y valor.
Cuando me cuesta servir y entregarme, Tú esperas y das tu vida por mi, sin reservarte nada.
Cuando soy egoísta y no doy buenos frutos, Tú esperas, me riegas y me abonas.
Cuando me amas y yo no correspondo, Tú esperas y multiplicas tus gestos de cariño.
En tu paciencia se esconden mis posibilidades de mejorar, de crecer, de ser yo mismo, de cumplir lo que Tú has soñado para mí, de ser plenamente feliz. Amén.
Cuando te acercas y yo me alejo, Tú esperas y alientas mi regreso.
Cuando me hablas y no te contesto, Tú esperas y sigues ofreciéndome tu palabra.
Cuando no me atrevo a elegir y a renunciar, Tú esperas y sigues dándome luz y valor.
Cuando me cuesta servir y entregarme, Tú esperas y das tu vida por mi, sin reservarte nada.
Cuando soy egoísta y no doy buenos frutos, Tú esperas, me riegas y me abonas.
Cuando me amas y yo no correspondo, Tú esperas y multiplicas tus gestos de cariño.
En tu paciencia se esconden mis posibilidades de mejorar, de crecer, de ser yo mismo, de cumplir lo que Tú has soñado para mí, de ser plenamente feliz. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.
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