Señor, Tú estabas a mi lado cuando apenas te conocía. A medida que voy haciéndome persona me voy dando cuenta de que sigues a mi lado, de que soy libre, y que te necesito siempre, más y más. Te me vas manifestando cada vez con más claridad.
Siento que me amas inmensamente, que sigues estando a mi lado, que tu ayuda nunca me puede faltar. ¡Eres mi Padre y mi verdadero Amigo!
Por eso, Señor, ahora que soy consciente me pongo con más confianza en tus manos. Sé que Tú me quieres y me estimas a pesar de los fallos y olvidos de mi vida.
Espero de Ti fuerza suficiente para ser constante en el trabajo diario, para vencer en las luchas contra el mal, para aprender a darme a los demás, para ser como Tú me quieres. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.