Señor, Tu nos dijiste que aprendamos de Ti que eres paciente y humilde de corazón! ¡Eso es lo que quiero hacer! ¡Por eso, Señor, te pido de corazón que me concedas la paciencia para soportar las largas esperas, para aceptar los problemas que surgen cada día, para adaptarme a los imprevistos, para superar las pruebas, para tolerar las incomprensiones o para aceptar las críticas! ¡Ayúdame, Señor, a perseverar en mi vida de fe para afrontar todas las adversidades con otra mirada! ¡Tu mirada! ¡Dame, Espíritu Santo, el don de fortaleza y de sabiduría para asumir los desafíos de mi camino cotidiano y para confiar ciegamente en la providencia divina! ¡Ayúdame, Espíritu de Verdad, para no desfallecer nunca! Amén.
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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.