Padre bueno, protégeme siempre, porque en ti pongo mi seguridad y mis anhelos. Gracias, Señor, porque todo lo que poseo viene de Ti y todos los bienes que me regalas son un don precioso que no puede dejar de valorar. Señor, tu eres mi mayor tesoro, mi presente y mi futuro están en tus manos, envía tu Santo Espíritu para que me de la fortaleza y la sabiduría para ordenar mi vida y no caer en los cansancios cotidianos. Tú eres mi refugio, dame un corazón valiente y concédeme la gracia de saber refugiarme cada día en Ti, Dios de amor, ternura y bondad. Espíritu Santo, dame la dirección para saber siempre encontrar a Dios. Padre, tu fidelidad es grande e incomparable, siempre eres fiel, ayúdame a serte siempre fie. Tú eres mi auxilio, Señor, porque eres el Dios que me da la vida, me sustenta, me sana, me levantas cuando todo parece que todo se desmorona. Señor, gracias porque siempre me escuchas, me alientas y me acompañas todos los días de mi vida. Amén.
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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.