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viernes, 11 de abril de 2025

X ESTACIÓN. LAS VESTIDURAS

 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica.

(Salmo 22,2 y 19) 

Nadie se quedó, tampoco se quedó la ropa que cubría tu cuerpo, Dios hecho pobre por el bien de los pobres. Tu carne se preparó así para el último paso: perforada por los clavos, empapada de sangre, fue materia para el nuevo milagro del tercer día, victoria sobre la muerte, fuente de vida nueva y eterna para aquellos que en ti confían. ¡Ven a salvarnos, Señor muy humano, ¡Redentor del mundo! Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.

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