Señor Jesús, tú que entraste en la vida herida de Tomás y le diste paz, entra también en nuestras dudas y frialdades. Muéstranos tus heridas para recordarnos que el amor vence la cruz y da inicio a una vida nueva.
Danos una fe humilde y confiada, que sepa decir con sinceridad: “Señor mío y Dios mío”. Haznos testigos valientes de tu presencia viva, para anunciar con obras y palabras que Cristo está entre nosotros.
Espíritu Santo, fortalece nuestra fe y guíanos hacia la verdad.
Virgen María, enséñanos a creer sin ver, a esperar con amor y a seguir siempre a Jesús. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina
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