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sábado, 28 de enero de 2012

AMAR ES SER PURO

En este escrito de Concepción Cabrera de Armida, encontramos un corazón ardiente,  un corazón apasionado por el amor de Jesús. Un corazón que gime y suplica a Jesús poseer y ser poseída por ese corazón divino… 

Hermanos… hijitos… procuremos amar con toda el alma a nuestro Dios… amémosle con locura… y porque el deseo de amarle es tan fuerte y abrazador… procuremos cultivar la pureza como ese vestido nupcial que embellece, perfuma y deleita el corazón de Dios… 

Porque un alma pura y humilde roba el corazón divino.  ¡Ánimo!! A buscar a Dios como el enamorado o enamorada busca al amor de su vida. Que nuestra vida sea una perseverante brusquedad de Dios… y un gastarnos amándolo y dejándonos amar por El a su gusto… ¡Bienvenidos al Corazón Divino!! 



AMAR ES SER PURO
Fuente: Ante el Altar              Autor: Concepción Cabrera de Armida.

“El alma pura es una bellísima rosa, y las tres Personas divinas bajan del cielo para aspirar su aroma”.

¡”Nada hay más hermoso que un alma pura! Si así lo comprendiéramos, no mancharíamos jamás su blancura”

“El alma pura esta desligada de la materia, libre de las cosas de la tierra y hasta olvidada de sí misma, porque la pureza y la humildad siempre andan juntas”.
 ¡Oh pusimos Jesús, mi Azucena ensangrentada, mi inmaculado Lirio del Sacramento!, dame un gran amor para amarte: que, amándote, no te podre ofender, no me podre ofender, no me podre manchar. Dame amor, Vida mía, que el amor tiene la naturaleza del fuego, que es el más pronto y operativo elemento, dame ese fuego consumidor que destruya en mi todas mis miserias, ese fuego invencible, vehemente, inflamador, que borre todo pecado de mi alma.

Yo quiero un amor tan puro, Jesús mío, que sea un ascua prendida en tu divino pecho con tu misma lumbre, con sus ardores sin igual, con su crisol que limpia cuanto alcanza, que derrite y consume hasta las imperfecciones. Ardo, mi Jesús, por arder dentro del horno de tu Corazón, fuente de oda pureza.

Pero ¿Qué me impide, Jesús, liquidarme en ese incendio? Me impido yo misma con todas mis miserias. Estoy sin virtudes, vencida a cada paso por las tentaciones, tibia y sin fervor, sin deseos vivos de agradarte, sin solicitud de servirte. Me veo a menudo lejos de tus brazos. Sin Ti, mi verdadera vida, y me desahogo en lágrimas.
Veo que mi existencia es corta para merecer el cielo, y la consumo sin pena en las cosas de la tierra.

¡Oh Jesús mío, bondad infinita, misericordia sin término, alma de mi alma! ¿Qué merezco sino que me abandone tu ternura? Dame lágrimas de sangre para que llore mis ingratitudes, y tu perdón también, Jesús, tu perdón y tu amor, para blanquearme.
¿Verdad que vas a olvidar mi pasado?, ¿verdad que me vas a dar hoy una chispa de ese celestial fuego?

¡Oh, sí, mi amor, mi Jesús!, mi Jesús, haz que de hoy en adelante me ocupe de Ti, y me olvide para siempre de mi.

¿Qué puedo querer fuera de tu posesión? ¿Qué me puede faltar si te das a mí? ¡Oh vida perdida, la que ha pasado sin amarte!
¡Abre señor, ese pecho, para beber de él, hasta saciarme, amor y pureza!
Ese es mi delirio ser pura a imitación de María, y amarte, amarte como Ella hasta morir de amor por Ti. 


Amén.

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