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viernes, 27 de enero de 2012

¡HAZME TIERRA DE ABONO, SEÑOR!

Pero si al crecer no recibió el agua y el sol que necesitaba, la semilla d...

La semilla está plantada, habita dentro de mi corazón, inunda mi alma, pero me compete a mí despertarla. Esto me trae el recuerdo de tanto niños que habitan vivos en el seno de sus madres, pero no llegan a ver la luz del sol porque sus madres y padres se lo impiden. Víctimas del egoísmo de sus padres son condenados a morir por desamor. 

La semilla del amor ha sido interrumpida. ¿Y no estaremos también nosotros haciendo lo mismo con esa semilla del Reino que está plantada en nosotros? Porque cuando dejamos que la tierra de nuestra alma sea invadida por los virus que impiden todo crecimiento y llevan a la muerte a toda semilla allí plantada, estamos colaborando para que el Reino de DIOS no crezca en nosotros.

Nuestra tierra particular necesita el abono de nuestra oración generosa, intima, comunitaria y compartida, para que como gotas de agua riegue profundamente nuestra alma y la libre de todo mal, la fortalezca y la levante hacia el Cielo, su lugar y destino, y glorifique al SEÑOR.

Danos, SEÑOR, la fortaleza, la perseverancia, y la voluntad
de no ceder en orar, en estar a tu lado, en entablar
una amistad de hijo con su PADRE, y de confiar
en que, contigo nuestra tierra estará
bien abonada y segura de
dar los frutos que
TÚ esperas. Amén.

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