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viernes, 16 de noviembre de 2012

SÓLO QUIERO MIRARTE A TI, DIOS MÍO

 Evangelio de San Lucas 17, 26-37

porque solo en Ti encuentro lo que busco. Ni los viajes, ni las diversiones, ni los bienes, ni el poder y el dinero, ni las comodidades, ni la fama y el prestigio, ni honores y títulos, ni nada que pueda encontrar en este mundo puede darme lo que Tu, Señor, me das.

Sin menospreciar nada de todas esas cosas cuando son utilizadas como medios para llegar y descubrirte a Ti. Tú eres la respuesta a lo que verdaderamente busco: la felicidad verdadera llena de paz y eterna. Y eso solo se encuentra en el Amor. 

Ese Amor que Tú nos has regalado y lo sostienes para que también nosotros gocemos de Él.  Pues solo el Amor permanece y alimenta nuestra esperanza y fortalece nuestro espíritu. Es el arma que sostiene nuestra vida y la empuja a metas mayores. Es el fuego que enciende nuestro corazón y lo inunda de sosiego y paz.

Y, ¡qué sorpresa!, cuando descubrimos que dándonos a los demás, lo recibimos para nosotros. ¡Qué cosa tan misteriosa! Cuando pensamos que perdemos, resulta que ganamos. Suenan en nosotros las Palabras de Jesús: "Quién pierde su vida, la ganará para siempre".

Pero todavía es más hermoso descubrir que el amor construye y arregla la convivencia en el mundo, porque viviéndolo da a cada uno lo suyo; comparte y distribuye con equidad y justicia; y respeta la libertad, entendida como un bien común, entre todos los hombres. ¡Es una maravilla! Realmente lo que todos andamos buscando.

Pero debemos andar muy mal de la vista porque no lo vemos, ni tampoco lo descubrimos. Nuestro corazón debe también de andar muy mal, sobre todo endurecido. Y podemos perder el tiempo, llegar el diluvio y no estar resguardados y expectantes en la Barca.

Pidamos luz para ver y saber dónde hay que buscar, porque buscamos donde abunda la polilla y el herrumbre corroen, y eso dándonos felicidad temporal ahora, no sirve para dentro de my poco.

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