Páginas

Páginas

jueves, 25 de septiembre de 2014

TÚ ERES SEÑOR LA RAZÓN DE MI VIDA



No quiero quedarme en la simple curiosidad. Curiosidad que al verte en los pobres, en los excluidos, en los marginados, encarcelados, explotados, indefensos, sometidos y en el silencio de los que no tienen voz ni voto, pierde toda su fuerza porque me pareces débil y pobre. ¿Quizás espero un Dios fuerte, poderoso e invencible?

Herodes, que sintió curiosidad por verte, se desinflo cuanto te vio y te interrogó. Posiblemente espera un profeta con poder y fuerte. Y Tú, Señor, viendo su necedad permaneciste en silencio. No permitas que yo me quede desilusionado o desencantado ante tu pobreza y humildad. No permitas que en los pobres me aparte de Ti porque no encuentre lo que mi carne pecadora le apetece.

Dame, Señor, la paciencia y la sabiduría de saber que eres Tú, el Señor de Abrahán, de Isaac y de Moisés, que liberó a su pueblo de Egipto y que en su Hijo Jesús nos liberas y nos salva también a nosotros. Líbéranos de todas las tentaciones de poder y de fuerza y danos un corazón humilde y pobre para soportar todas las pruebas que nos amenacen con alejarnos de ti.

Y mantén, Señor, la llama que nos aliente y nos sostenga siempre vivos y peregrinos en actitud caminante junto a Ti durante el trayecto de nuestra vida hasta alcanzar la meta que empezó en Ti y termina en Ti. Amén.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.