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domingo, 21 de enero de 2018

UNA CONVERSIÓN DE CADA DÍA

La conversión no es un estatus, ni tampoco una meta, que alcanzada quedas liberado. Es una actitud constante de perfección al estilo de Jesús. Convertirse no termina nunca, porque siempre tendremos algo que mejorar y perfeccionar. Convertirse es llegar a la plenitud del amor, y eso no lo alcanzamos en este mundo. Sólo, en el otro, en la presencia del Señor podemos descansar en la plenitud del Amor.

Por eso, mientras caminamos por este mundo, necesitamos la compañía y la acción del Espíritu Santo, que nos asiste, nos alumbra, nos fortalece y revela todo lo que necesitamos ir conociendo y amando. Sin Él el camino se nos oscurece y nos perdemos. Necesitamos su luz para orientarnos y seguir la buena dirección, alejándonos de los peligros y tentaciones.

Y en Él encontraremos las fuerzas necesarias para mantener viva y ascendente nuestra conversión, que no debe parar nunca de crecer. Y, reconociendo nuestras dificultades y debilidades, te pedimos, Señor, la sabiduría, la paz y la fortaleza necesarias para soportar las adversidades y dificultades que nos salen al paso en el largo camino de nuestra vida. En este sentido, la Iglesia, representa nuestro cobijo, nuestra casa y nuestra fortaleza, donde podemos vernos, reunirnos y animarnos todos los cristianos que seguimos al Señor.

La fe se fortalece compartiéndola y en el esfuerzo de darla a los demás. Y eso se consigue en la comunidad y en el compartir de cada día. Por nuestro Bautismo estamos llamados a compartir nuestra fe y a fortalecerla en la correspondencia del amor mutuo. En nuestro Bautismo quedamos configurados como sacerdotes, profetas y reyes, y comprometidos a dar razón y testimonio de nuestra fe. Ante ese reto, Padre del Cielo, te pedimos que nos llene de tu Paz, de tu Amor y Fortaleza, para que nuestras fuerzas no decaigan ni se desanimen. Al contrario, sean siempre perseverantes y fieles a tu Palabra.

Confiados, Señor, en tu Palabra y tu presencia, queremos seguir el camino y compromiso apostólico que hemos recibido en nuestro Bautismo conscientes que Tú nos acompaña y caminas con nosotros. Amén.

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