"Despojado de toda distracción y riqueza. Sólo desde la humildad de nuestro corazón, junto a María, llegará nuestra oración al PADRE".
En y desde la hora de nuestro bautizo, recibimos al Espíritu Santo para fortalecernos y asistirnos en la fe en los instantes de peligros, de adversidades y tentaciones. Pero, sobre todo, para anunciar esa Buena Noticia que nos llena de esperanza de salvación. Y es que hay mucha necesidad de dar razón de nuestra y de, con nuestra vida y obras manifestar que Dios vive y que nos ha creado para salvarnos del pecado y la esclavitud de este mundo.
Por tanto, tenemos que anunciar esa buena noticia que, grabada en nuestro corazón, da plena esperanza de gozo y felicidad y de Vida Eterna. Y es que los obreros son pocos y la mies es abundante, nos dice hoy el Señor en el Evangelio. Tenemos que rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies para den a conocer esa Buena Noticia.
Pero, ¿cómo lo hacemos? Pues, dando testimonio de nuestro sencillo y humilde ser y obrar. Sin escondernos y dejando salir de nuestro corazón esa sonrisa, bondad, servicio y actitud de acogida con alegría y esperanza para transmitir que nuestra máxima aspiración esta en vivir eternamente en la Gloria del Padre que nos llama y nos ama misericordiosamente. Pidamos, pues, al Señor, sabiduría y fortaleza para que nos atrevamos con confianza y valentía a dar razón de nuestra fe y animar a otros a hacer lo mismo. Pidamos que aumente nuestra fe y, confiados en el Espíritu Santo – recibido en la hora de nuestro bautismo – vayamos dispuestos a anunciar – tal como nos envía el Señor – la Buena Noticia que todos esperamos. Amén.
HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.
Posiblemente, durante el camino de nuestra vida buscamos soluciones que den respuestas positivas a nuestros problemas. Pero, ¿nos preguntamos que realmente miramos? ¿Miramos a este mundo con la esperanza de encontrar en él solución a nuestros problemas? Sin embargo, sabemos que el final de este mundo es la muerte. ¿Te resignas a eso? ¿Crees que hay alguna otra solución más esperanzadora?
El Evangelio de hoy nos habla de dos ciegos que piden ver. Ver la realidad de sus vidas. Unas vidas esperanzadas en la Resurrección. Estamos llamados a Vivir Eternamente en gozo y felicidad. ¿Cómo puedes, conociendo esa propuesta de Amor Misericordioso, quedarte paralizado y resignado con la pobreza que te ofrece este mundo? ¿Por qué no pedir que se abran nuestros ojos para ver lo que realmente interesa ver?
Es eso, Señor, lo que realmente queremos hoy- a través de este humilde rincón de oración – pedirte. Ver y ver lo que realmente vale la pena ver. Tu Amor Misericordioso que nos salva y nos da la Vida Eterna en gozo y felicidad que tanto buscamos. Ver hasta el punto que nuestro corazón, rebosante de gozo, alegría y felicidad no pare, con nuestra vida y esperanza, de proclamar la Buena Noticia de Salvación. Amén.
En el camino de nuestra vida hay muchas rocas – en apariencias – que nos invitan a apoyarnos sobre ellas como invitación a encontrar la felicidad. Pero, resultan, a poco que experimentes apoyarte en ellas, que son movedizas e, irremediablemente, te hundes en tu propio vacío y sin sentido. ¿Hay – nos preguntamos – alguna roca, en y de este mundo, que nos pueda, al menos, prometer la felicidad eterna? Porque, una felicidad, aún plena, si no es eterna, ¿de qué me vale? Todo lo caduco no tiene ningún valor. Se hace necesario tener mucho cuidado y apoyar nuestra fe en la roca verdadera que no se hunda pese a las adversidades y tormentas que la vida nos va a presentar.
En el Evangelio de hoy, Jesús nos habla de eso: (Mt 7,21.24-27): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó… Y se nos presenta como la Roca solida y fuerte que sostiene nuestras vidas frente a las adversidades y tempestades que amenazan con derrumbarla y hundirla. Y es en esa Roca – nuestro Señor Jesús – en quien tenemos que apoyarnos para sostener nuestra vida siempre a flote contra las tempestades que amenazan con hundirla.
Pidamos esa Gracia con fe y confianza. Pidamos edificar nuestra vida sobre y en la Palabra del Señor, escuchándola y llevándola a nuestra vida desde el amor incondicional y gratuito y, sobre todo, misericordioso. Pidamos la fortaleza y el auxilio en la confianza de sabernos escuchados y atendidos y seguros de la respuesta de nuestro Padre Dios. Un Padre misericordioso que, por los méritos de la Pasión y Resurrección de su Hijo, nos ofrece la Salvación y la Vida Eterna. Amén.
Suele ocurrir que si no sé quién soy y que realmente tengo, no puedo darme ni dar lo que realmente puedo. Porque, Dios no me exigirá sino lo que realmente puedo dar. Eso son los talentos que Él me ha dado y los que yo, descubiertos, he de poner en sus Manos para provecho y bien de todos.
Pidamos sabiduría de discernimiento para descubrir lo que he recibido de mi Padre Dios y, sobre todo, la caridad de ofrecerlo de forma incondicional y gratuita al servicio de los que lo necesitan. Pidamos descubrir la necesidad de acercarnos al Señor para, por su Gracia, incentivar y darnos plenamente en entrega gratuita y por amor, al bien de los demás.
Pidamos la conversión de nuestro corazón aprovechando en estos momentos de comienzo del Adviento, tiempo de preparación para la venida del Señor. Acerquémonos a María, la Madre que prepara la venida de su Hijo y pidamos que el Espíritu Santo convierta nuestros endurecidos corazones en unos corazones misericordiosos y generosos. Amén.