Cuando reflexiono sobre esta pasaje evangélico de la mujer cananea, que pide la sanación de su hija enferma y poseída por el demonio, pienso que Jesús podía eludir esa súplica o, simplemente, curarla evitando tanta insistencia y gritos de aquella mujer. Pero, no actúa así, sino deja que la mujer siga insistiendo como queriendo hacer ver la fe de aquella mujer. Porque, quien insiste demuestra y hace visible su fe. El sentido común nos dice que quien no tiene fe no persevera en la insistencia.
Jesús sobresalta esa insistencia admirando la fe de aquella mujer y, como dando por hecho la exaltación de la insistencia y perseverancia, que nos sugiere a nosotros cuando nos advierte que insistamos y pidamos - Mt 7, 7-12 - a pesar de las circunstancias adversas por las que pasemos. Porque, la fe se demuestra precisamente en esos momentos. ¿Cómo puedes demostrar tu fe cuando las circunstancias son favorables? Sólo se puede comprobar tu fidelidad cuando pasas por momentos delicados y tu fe se sostiene firme a pesar de que lo que vives te dice lo contrario.
Conscientes de esos peligros, de esas debilidades y seducciones y, reconociendo nuestras flaquezas y deseos concupiscentes, pasionales, vanidosos y egoístas, te pedimos, Señor, como aquella mujer cananea que fortalezca y afiences nuestra fe y que nuestra insistencia y perseverancia sea paciente, constante y firme, hasta el punto de sostenernos fieles a tu Palabra y, con nuestra disponibilidad e insistencia, saned nuestros corazones de las seducciones y peligros de este mundo. Amén.
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