La experiencia nos descubre que cuando tenemos una buena noticia inmediatamente la compartimos con nuestros seres más íntimos y familiares. Experimentamos que no podemos callarnos. ¿Quién se ha guardado su aprobado y fin de carrera? ¿Quién no ha celebrado con entusiasmo y alegría su primer éxito en la vida? La buena noticia n se puede silenciar, se comparte y se celebra.
Y es evidente que cuando conoces a Jesús y experimentas su Mirada, sus Palabras y su Amor sientes el deseo de darlo a conocer a los demás. Sobre todo cuando descubres que Él es esa felicidad que estabas buscando y esa fuente de agua viva que salta a la vida eterna. ¿Cómo te vas a callar? Quieres decirlo, anunciarlo y comunicárselo a todos aquellos que conoces y te salen al paso. Porque, en realidad, todos buscamos la felicidad y la vida eterna.
Pero, sucede que nos encontramos con obstáculos que nos impiden anunciarlo. Primero, los nacidos de nuestras propias carencias y limitaciones. Somos pecadores y nuestro testimonio a veces nos juega una mala pasada. Y, por otro lado, nos experimentamos impotentes y sin capacidad para encontrar palabras que puedan expresar nuestra fe y lo que verdaderamente sentimos.
Por eso, Señor, te rogamos desde este humilde rincón de oración, nuestras súplicas para que nos des la Gracia de saber y poder anunciar la Buena Noticia de tu venida y de tu Amor Infinito y Misericordioso que nos salva y libera de la esclavitud del pecado. Danos, Señor, ese coraje, fortaleza y perseverancia para sostenernos en tu Amor y, viviéndolo, podamos dar un testimonio de vida y palabra coherente. Amén.