Es el Resucitado quien os dice, con una potencia que nos llena de inmensa confianza y de firmísima esperanza: "Yo hago nuevas todas las cosas" (Ap 21, 5) Con María avanzamos confiados hacia esta promesa, y le decimos:
Virgen y Madre María,
tú que, movida por el Espíritu,
acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe,
totalmente entregada al Eterno,
ayúdanos a decir nuestro "Sí"
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.[...]
Tú, estremecida de gozo,
cantaste las maravillas del Señor:
Tú, que estuviste plantada ente la cruz
con una fe inquebrantable
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección,
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
(Exhortación Apostólica S:S: Francisco. Art. 288)