Hay mucha gente compasiva y con deseos de ayudar, pero, quizás, no son suficientes para lograr que en este mundo haya cada día menos sufrimiento y menos injusticia. Posiblemente haya muchos corazones endurecidos y cerrados al amor. Muchos corazones egoístas y cerrados a la colaboración, solidaridad y generosidad. Y se necesitan muchos corazones disponibles y abiertos a darse y entregarse por los demás y, precisamente, por amor y no por otros intereses.
No hay otra cosa mejor que rogar y pedir que nuestros corazones, endurecidos y sometidos al y por el pecado, sean transformados y convertidos en corazones suaves, mansos, generosos, compasivos y misericordiosos. Y es, precisamente eso, Señor, lo que te pedimos hoy desde este humilde rincón de oración. Danos unos corazones disponibles y abiertos a darse gratuitamente para trabajar y atender a las necesidades de la mies, porque, todos tenemos una misión que cumplir y algo concreto que hacer.
Pedimos, Señor, que, abiertos a la acción del Espíritu Santo, que nos guía, nos fortalece y nos da todo lo necesario para cumplir con nuestro compromiso de bautismo, sepamos responder a tu llamada y a dar todo lo que hemos recibido gratuitamente de la misma forma que lo hemos recibido, buscando siempre el bien de los demás, especialmente de los más pobres. amén.