Muéveme Señor a no parar hasta encontrarte. Como la cierva corre y arriesga su vida, ante las fauces de leones y cocodrilos, por saciar su sed, dame a mí la inquietud y la sed desesperante de correr hacia Ti como hizo María Magdalena, Pedro y Juan para saciar su fe y sus deseos de verte, de sentirte, de experimentarte, de caminar y vivir junto a Ti pese a los peligros que eso suponga en mi camino.
Dame la sabiduría de saciar el hambre de alimentarme, primero espiritualmente de Ti, antes que el alimento de mi cuerpo, porque este no me sirve para nada si Tú, mi Señor, me faltas. Dame la sed de saciarme de esa Agua que salta a la Vida Eterna que solo Tú puedes dar.
Alumbra mi camino y mi vida, para que no pierda el rumbo de la verdadera vida, ni me mueva por otros caminos que conducen a la perdición. Sed mi Brújula y mi Orientación, para que, caminando con otros seamos luces pequeñitas que nos custodiemos y nos alumbremos en Ti, por amor, y por la Gracia de Tu Amor.