Guíame, Señor, mi luz, en las tinieblas que me rodean, ¡guíame hacia delante!
La noche es oscura y estoy lejos de casa:n¡Guíame tú!
¡Dirige Tú mis pasos! No te pido ver claramente el horizonte lejano: me basta con avanzar un poco...
No siempre he sido así, no siempre Te pedí que me guiases Tú.
Me gustaba elegir yo mismo y organizar mi vida pero ahora, ¡guíame Tú!
Me gustaban las luces deslumbrantes y, despreciando todo temor, el orgullo guiaba mi voluntad: Señor, no recuerdes los años pasados...
Durante mucho tiempo tu paciencia me ha esperado: sin duda, Tú me guiarás por desiertos y pantanos, por montes y torrentes hasta que la noche dé paso al amanecer y me sonría al alba el rostro de Dios: ¡tu Rostro, Señor!
(John Henry Newmann)