Me hago consciente de que no necesito nada. Todo lo que busco fuera lo tengo dentro. Dios está presente en el hondón de mi alma. El amor de Dios ha sido derramado en mi corazón por el Espíritu Santo que me ha sido dado.
Respiro, acallo y sereno la mente. Se pacifica mi interior. Centro la atención amorosa en Dios, que me vive dentro. Dentro de mí está el Amor. Pido al Espíritu que selle en mí esta verdad. Dios está en mí. Dios vive en mí. Solo él llena mi alma y la llena toda.
Gracias, Padre, por el don del Espíritu en cada corazón humano. Que él alumbre la oscuridad del mundo. Que nos llene el corazón de alegría. Que él nos guíe a la vida eterna. Amén.