Todos sabemos que la venganza no cierra el capítulo del dolor. A más venganza más dolor y menos paz. El deseo de venganza no te deja descansar e incluso consumada la venganza no consigues reconciliarte con la paz y el dolor sigue presente. Ante tantos deseos de venganza y de dolor el corazón anhela descanso y paz, y esa medicina sólo la consigues con el amor.
Sólo con amor se apaga el fuego del dolor producido por la violencia y el deseo de venganza. El mundo no entiende de respuestas de amor ante el acoso violento del vengador y se defiende pagando con la misma moneda. Y ese es el gran error creer que con la violencia se apaga el dolor sufrido. Así el mundo sufre de forma interrumpida y el fuego consume el corazón humano.
Sólo la paz puede calmar ese deseo de venganza y esa es la propuesta de Jesús. Señor, desde estas humildes páginas te pedimos que inundes nuestros corazones de paz y de bondad para que, llenos de tu Espíritu, podamos avanzar en respuestas de amor ante las amenazas de violencia y sufrimiento que el mundo nos propone. Esa es la solución, más amor, menos violencia; más amor, fin de la violencia.
Ante el amor no hay respuesta violenta. Todo se queda en calma y se establece la paz y la fraternidad, porque, ¿cómo responder con violencia ante una respuesta de bondad, de mansedumbre, de generosidad y de amor? No puede haber otra respuesta que la de corresponder con la paz y la fraternidad.
Pidamos al Señor, abiertos a la acción del Espíritu Santo, que nuestros corazones, llenos de su Gracia, vivamos esas respuestas de amor ante las amenazas violentas que el mundo nos propone. Amén.