... al cuello antes de hacer caer a uno de estos... |
porque me doy cuenta de mis fallos y fracasos. No puedo esconder las veces que habré podido escandalizar con mis actitudes. Sí, es posible que no me haya dado cuenta, pero también es posible que no haya tenido mucho empeño en corregirme.
Ni tampoco me haya importado esté quien esté delante, sobre todo si se trata de niños. Es ahora cuando necesito toda la fe de la que soy capaz para sentirme perdonado por tu Misericordia, Padre mío, y confiar en tu perdón. Un perdón que me impulsa a empeñarme y fijarme más en mi conducta, sobre todo con respecto a los niños.
Porque son los niños los más vulnerables y los más propenso a ser imitadores de lo que ven y lo que viven. Son esponjas puras y blancas que pueden mancharse con un mal ejemplo. Y yo, Señor, puedo ser ese mal ejemplo si no estoy atento a vencer mis impulsos y egoísmos primarios.
Por eso, Padre del Cielo, te pido con toda mi alma que doblegues mi espíritu y lo conduzcas por los caminos de la verdad, de la justicia y del amor. Para que, a través de mi vida, sea ejemplo de perdón, de buena conducta, de servicio y obediencia, pero sobre todo, de amor. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario