A veces me quedo algo frío y apenas doy calor. El agua del mundo amenaza con apagar mi fuego y dejarme helado y parado. Experimento la mediocridad cuando mi corazón palpita de frío y se instala en el confort y la llamada buena vida. Un concepto equivocado, porque cuando te instala en ella, tu vida se empobrece y pierde sentido y valor. El camino de los fríos es camino de desesperanza, de inmovilismos y de tristeza. Porque, el amor exige acción, movimiento y mucho fuego, porque amar es dar calor, acogida, alegría, ánimo, optimismo y gozo. Porque el Amor nos lleva a la verdad, a la justicia y a la paz.
El Amor es la Buena Noticia de Salvación, y nos salva para la eternidad. Por eso, amar es calentar la vida, darle gozo y locura por hacer las cosas bien y para el bien de todos. Amar es prender fuego a tu corazón para clamar con esperanza que Dios nos quiere salvar, y que lo ha hecho gratuitamente por Amor. No porque lo merezcamos ni porque hayamos hecho algún mérito.
Todo lo contrario, nos Ama porque ha hecho una Alianza con cada uno de nosotros, y ha derramado su Sangre para el perdón de tus pecados y los míos. Es el cumplimiento a la promesa hechos a su pueblo, a los padres del pueblo elegido, entre los que tú también estás por el Amor del Señor que ha muerto para salvación de muchos. Levanta tu ánimo y ponte en camino. Dios nos Ama por el compromiso de esa promesa, y así quiere que tú y yo también amemos, por compromiso y respuesta al compromiso de su Amor.
Por eso decimos que el amor es un compromiso. Danos, Señor, esa sabiduría de entenderte y de dejar que mi corazón prenda con el fuego de tu Amor. Danos, Señor, la sabiduría de dejarnos rociar con tu fuego y prender todo nuestro cuerpo hasta el punto de expandir amor por todas partes. Porque, nosotros nunca podremos amar si Tú, Señor, no nos infectas de tu Amor.
Aquí estamos, Señor, dispuestos a que Tú nos des la vuelta y transformes nuestros corazones en corazones prendidos de fuego y de amor. En ti confiamos, Señor, fieles a tu promesa y a tu caridad. Amén.