En esta noche de vela y oración, de contemplación y espera junto a Jesús que |
y dame el don de la contemplación ante tu Divinidad. Te pido disculpas y perdón por mis distracciones, por mi humanidad limitada que no advierte tu presencia y está más atento a lo que sucede a su derredor. Mis pensamientos vuelan a mis propios intereses y preocupaciones, y me olvido de Ti.
Unos minutos se me hacen largos, y el tiempo que dedico a estar contigo se eterniza porque no te siento ni me encuentro con tu presencia. ¡Perdóname, Señor!
Te pido que aumentes y fortalezcas mi voluntad para no cesar en mi empeño, porque yo quiero permanecer delante de Ti. Estoy convencido, o al menos quiero empeñarme en convencerme, que Tú eres el gozo y la dicha más grande de mi vida. Que permanecer en tu presencia es el tesoro y lo más grande a lo que puedo aspirar. Y que es lo que verdaderamente quiero y deseo, pero me cuesta experimentarlo y descubrirlo.
Descubro que mis apetencias y apegos van por otro lado. Experimento que mis inclinaciones me separan de mi adoración por Ti. Es la lucha diaria de mi condición pecadora y mi amor a Ti. Y me da tranquilidad el saberme en tu presencia y que Tú me miras. Sé que a Ti no te pasa esto desapercibido, y eso me infunde paz y serenidad.
Porque me siento seguro y confiado. Tú sabrás cuando notaré tu presencia. Como hiciste con Pedro, Santiago y Juan en el Tabor espero que hagas un día conmigo. Con esa ilusión y anhelo espero a tus pies en silencio y puesta mi mirada en Ti. Hasta luego, mi Señor.