La única manera de relacionarnos con nuestro Padre Dios es a través de la oración. No le vemos, pero le conocemos a través de la Palabra que su Hijo, nuestro Señor, nos ha anunciado. Y, también, a relacionarnos con Él a través de la oración.
Nos ha enseñado esa hermosa oración del Padrenuestro donde sintetizamos la adoración y alabanza con la misericordia y las necesidades de cada día. Y donde ponemos de manifiesto la necesdidad de relación amorosa y misericordiosa con todos. Incluso con aquellos que nos han ofendido.
Necesitamos hablarle al Señor de nuestros interrogantes, nuestras dudas, inquietudes, necesidades e incluso pecados. Pedirle misericordia por nuestras caídas y debilidades y confiar que como buen Padre nos perdona por su Infinita Misericordia. Necesitamos sentirnos cerca de Él y, con verdadera confianza, compartir todas nuestras alegrías como también todos nuestros sufrimientos.
La oración es el momento donde hacemos un aparte con el Señor para, silenciando nuestra vida interior poder mirarnos, asistidos por el Espíritu Santo, interiormente - valga la redundancia - e ir cambiando nuestro endurecido corazón según la Palabra y la Voluntad de nuestro Padre Dios.
Por eso, desde este humilde rincón de oración, pidamos a nuestro Padre Dios que nos dé la fe, perseverancia, fortaleza y capacidad para sostenernos en la oración serena, reflexiva e introspectiva cada día de nuestra existencia. Y que, permaneciendo en su presencia, por su Gracia, ir dando pasos que nos ayuden a caminar en su Palabra y Voluntad. Amén.