Somos prontos a protestar y, en la protesta y enardecidos por la rabieta y la furia, propensos a murmurar y, casi sin darnos cuenta, a escandalizar inclinando a otros a hacer lo mismo. Quizás no nos damos cuenta o, sin importarnos demasiado, incitamos a otros a caer en ese pecado que nosotros mismos proponemos. Pero, lo más grave es cuando eso ya lo hacemos conscientes y sabiendo sus consecuencias.
Pedimos perdón por las veces que podemos caer de forma no premeditada e imprevista por nuestro genio pronto y desmedido. Pedimos perdón y nos arrepentimos por los escándalos que podamos haber cometidos sin ser muy conscientes de realizarlo, y te pedimos, arrepentidos, Señor, de esas posibles acciones. Danos la moderación, la templanza y la sabiduría de sujetar nuestra lengua y suavizar nuestro corazón para actuar con prudencia y moderación.
Danos, Señor, la paciencia y perseverancia para tener en cuenta siempre que nuestras obras pueden provocar malas conductas y llevar a otros al error si no actuamos debidamente y con la debida prudencia. Danos la fortaleza y la sabiduría de ponernos siempre en Manos del Espíritu Santo, y desde Él, abiertos a su acción y auxilio, abandonarnos en sus Manos y seguir sus impulsos, porque de Él todo lo que nos viene está bendecido para nuestro bien. En tus Manos, Señor, nos abandonamos. Amén.