Señor, Tú me sondeas y me conoces. Tú sabes quién soy y como soy. Sabes de mis fracasos, de mis pasiones, intereses, motivos, mis cosas buenas, pero también malas. Sabes de qué pata cojeo, de mis debilidades y de mis propias traiciones.
Nada puedo esconderme a tu Vista, ni tampoco esconderme de Ti. Por eso, Señor, desnudo ante Ti, te entrego mi corazón y todo mi ser. No quiero seguir el camino solo según mi voluntad, porque experimento que no crezco en bondad, justicia y amor. Sólo acreciento mi egoísmo y mi individualidad. Necesito tu compañía para conocerme mejor y desde mí, llegar a Ti, Señor de la Vida y la Muerte.
Porque Tú, Dios mío, estás en todos y moras escondido en mi pequeño corazón. De modo que conociéndome también te conozco a ti. Tú, el gran Tesoro, habitas dentro de cada hombre. Por eso, Señor, dame la sabiduría de descubrir tu Rostro en mi pequeño corazón, porque descubriéndote a Ti llegaré a descubrirme a mí y a mejorar según tu Voluntad.