Hoy, cuando se oye mucho hablar de progresismo, sobre todo en términos políticos, entendemos que nuestra vida no debe ni puede quedarse parada, menos quieta e inactiva. Porque, eso se entendería como retroceso y e ir hacia tras. Sin embargo, si en la política esas actitudes y promesas están apoyadas en tierras movedizas, donde la mentira reina por doquier, en la conversión y acogida de la Palabra de Dios es necesaria y fundamental una actitud sincera apoyada en la verdad.
Sin embargo, el ser humano, pecador por antonomasia, necesita estar en constante actitud de conversión para ir perfeccionando sus defectos, sus pasiones y corregir sus pecados. Pero, esa actitud de lucha contra sí mismo y con el ambiente que le rodea tiene que estar sedimentada en el Espíritu Santo que, recibido en nuestro bautismo, nos acompaña, nos auxilia y nos fortalece para salir victorioso en nuestra lucha de cada día.
Y eso nos exige una escucha atenta a la Palabra de Dios y a la Buena Noticia que Jesús nos trae y nos anuncia para que, oyéndole y llevando a nuestra vida sus enseñanzas podamos alcanzar esa Vida Eterna que nos regala. Una Palabra refrendada con los milagros que a lo largo de su vida realizó por aquellas ciudades por las que pasó. ¿Cómo es posible que aquellos que, conociéndole y viendo sus milagros, no respondieran a seguir las enseñanzas de su Palabra?
Pero, es que hoy nos pasa lo mismo. Por eso, Señor, humildemente te pedimos que nos des la sabiduría y la fortaleza necesaria para darnos cuenta de lo que hacemos y de lo que nos estamos perdiendo. Te rogamos, Señor, que nos inundes de tu Gracia para acoger tu Palabra y abrir nuestro corazón para vivir de acuerdo con tus enseñanzas y mandatos. Amén.